EL CONFLICTO DE DARWIN
- Roberto Osorno
- 17 oct 2022
- 4 Min. de lectura
Charles Robert Darwin (Reino Unido, 1809) fue un biólogo naturalista inglés, principal impulsor junto a Alfred Rusell Wallace de la teoría de la evolución mediante selección natural.
Abanderado de la investigación faunística y de lo que ello conlleva, el 27 de diciembre de 1831 emprendió un largo viaje en el HMS Beagle, cuyo regreso no se produciría hasta el 2 de octubre de 1836, casi 5 años después.
Durante el trayecto, y habiendo visitado cantidad de islas, ciudades y continentes, se dedicó a recopilar numerosos ejemplares y notas que más tarde, ya en tierra firme, se dedicaría a investigar el resto de su vida.
La mayoría de animales que muestreó eran marinos: conchas de bivalvos, caparazones de tortugas, diferentes tipos de plancton, invertebrados marinos, etc... Pero fue en los animales terrestres donde se encuentra la panacea de su obra.
Selección natural
En las islas galápagos, además de tortugas encontró lo que hoy conocemos como los pinzones de Darwin, un grupo de aves paseriformes de los géneros geospiza, camarhynchus, platyspiza y pinaroloxias cuya especiación se habría producido recientemente, en la génesis de las jóvenes islas.
Haciendo un exhaustivo estudio de clasificación junto al ornitólogo John Gould, dictaminaron que se trataba de especies diferentes pero relacionadas entre sí, siendo una de las diferencias esenciales las existentes entre sus picos (cada uno de ellos adaptados a sus respectivas alimentaciones).
Observaciones como estas dieron lugar en 1859 al origen de las especies, la obra maestra donde Darwin daba a conocer al mundo la selección natural como fuente selectora de la evolución.
"No es el más fuerte de las especies el que sobrevive, tampoco es el más inteligente el que lo hace. Es aquel que mejor se adapta al cambio"
Pero ¿Qué de conflictivo tiene esto?
Darwin no conseguía encajar en su teoría los caracteres epigámicos (rasgos que confieren a un animal la capacidad de atraer sexualmente al sexo opuesto). Veamos un ejemplo:

Una pareja de pavo real (pavus cristatus) macho a la izquierda y hembra a la derecha
No es ningún secreto que el macho sea radicalmente diferente a la hembra, un color azul ultramar sustituye el color pardo-blanquecino típico en la librea del sexo femenino. Pero no es el color lo que llama principalmente la atención cuando vemos un pavo real macho en los parques y jardines de todo el mundo, es su majestuosa cola.

Larga, pesada, indiscreta, plegable, incómoda para volar y muy cara de mantener energéticamente en condiciones óptimas. ¿Qué ventaja evolutiva confiere a los machos de esta especie tener semejante armatroste detrás? La respuesta es sencilla: Ninguna.
Darwin necesitaba una teoría auxiliar a la selección natural para explicar las diferencias entre los caracteres sexuales secundarios de ambos sexos. Nace así la selección sexual.
Selección sexual
La selección sexual sirve como muleta para explicar el conflicto que existe entre los atributos sexuales desventajosos y la selección natural.
Pero ¿Qué es y de dónde sale exactamente?
Empecemos por el principio. Para entender su origen es necesario pensar en términos económicos con respecto a la energía que invierte cada sexo en la reproducción.
La anisogamia (diversidad gamética en 2 tipos: grandes y pequeños) fue el mecanismo que venció en la evolución del tamaño y morfología de las células sexuales, frente a la isogamia (gametos del mismo tamaño, mucho más inestable evolutivamente). Hecho que trajo implícito 2 grandes consecuencias:
Al diversificarse los gametos en grandes y pequeños surge el sexo, una forma sencilla de clasificar a los animales en machos (gametos pequeños) o hembras (gametos grandes).
La diferencia entre el tamaño de las células sexuales provoca otra entre la energía que invierte cada sexo en formarlos: Las hembras emplean muchos más recursos (más energía) en producir sus gametos (grandes, complejos y escasos) que los machos (pequeños, simples y numerosos)
De esta forma nace un conflicto de intereses entre ambos sexos, en el que las hembras tienen qué replantearse mucho con quién comparten sus costosos óvulos para no gastar energía en vano.
Así, cada macho debe hacer un esfuerzo extra para que una hembra lo seleccione a él y no a otro para poder reproducirse y transmitir su material genético.
¿Cómo lo consiguieron?
Hay una enorme diversidad entre las técnicas que cada especie desarrolló para llamar la atención de sus hembras.
Algunos machos se baten directamente en duelo con otros machos para ver quién está en mejores condiciones físicas, y por tanto quien porta los mejores genes.
Otros prefirieron exhibir coloraciones llamativas u órganos hiperdesarrollados que entorpecen la vida del animal para demostrar que aún con la carga extra que les supone, son capaces no solo de sobrevivir, sino también de tenerlos en perfectas condiciones.
Otra opción es agasajar a las hembras con regalos: territorio, protección, alimento o algún recurso que ellas consideren importante y lo suficientemente escaso como para que solo los mejores machos sean capaces de acceder a ellos.
También existen machos que crean rituales de apareamiento, danzas nupciales más o menos complejas que sirven para llamar la atención de las hembras y demostrar sus dotes.
La selección sexual es la manifestación física de que no todo en biología es tan sencillo como parece. finalmente, la evolución en los animales superiores con reproducción sexual no está estrictamente regida por selección natural, sino que es una ponderación entre las distintas presiones selectivas que ejerce el medio (por acceder a los recursos) y las hembras (por acceder a la reproducción) quien gobierna el avance evolutivo.
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