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El Sahara verde: ¿Cómo se produjo? ¿Podría volver a darse?

Actualizado: 28 ago 2020

Como el desierto cálido más extenso sobre la Tierra, es difícil imaginarse un Sahara cubierto de pastos y salpicado de lagos, sin embargo, a lo largo de las últimas decenas de miles de años, el aspecto de esta región ha evolucionado por distintos estadios, y lo que hoy es un desierto está sometido a un continuo cambio. Si nos remontamos 12.000 años atrás, probablemente encontraríamos un paisaje que se asemejaría más a una sabana que a un desierto, y esto se ha podido deducir, en primer lugar, por los animales representados en pinturas rupestres a lo largo de todo el Sahara, de este a oeste. El análisis de los depósitos de sedimentos en el océano Atlántico también indica que se produjeron variaciones en el clima, oscilando entre períodos más húmedos y períodos secos, como el que observamos hoy en día. El Sahara verde se corresponde con el conocido como "Período Húmedo Africano", cuyas causas se pueden explicar haciendo referencia a varios ciclos asociados a los movimientos astronómicos de la Tierra.



Los ciclos de Milankovitch


El principal factor que condiciona los cambios en el paisaje del Sahara consiste en una serie de fluctuaciones en la órbita terrestre, conocida como los ciclos de Milankovitch, en honor al científico serbio que propuso la hipótesis de que los cambios climáticos producidos durante el Pleistoceno están fuertemente vinculados a estas variaciones en los movimientos de la Tierra. Los ciclos de Milankovitch se basan en tres elementos (excentricidad, oblicuidad y precesión):

Excentricidad

1. Excentricidad: Es la forma de la órbita de la Tierra alrededor del sol. La influencia gravitatoria de otros planetas del sistema solar pueden provocar ligeras variaciones, generando una órbita más elíptica o más circular. Este ciclo dura aproximadamente 100.000 años y lo que provoca es que la Tierra reciba cantidades distintas de radiación solar a lo largo del año, en función de su distancia al sol. Por este motivo, según la órbita actual, recibiríamos un 6 % más de radiación en enero (perihelio) que en julio (afelio).

Oblicuidad

2. Oblicuidad: Se refiere al ángulo que forma el eje de rotación con respecto al plano de la órbita, actualmente situado en 23,5º, pero que puede oscilar entre valores de 21,5º y 24,5º en ciclos de 41.000 años. Una mayor inclinación del eje implica una mayor estacionalidad, con veranos e inviernos más extremos. Los efectos sobre la estacionalidad son más marcados en las latitudes próximas a los polos.



Precesión axial

3. Precesión axial: Está asociada a la fluctuación del eje de la Tierra, similar al balanceo que sufre una peonza al girar. Por este movimiento, el eje apunta actualmente hacia la estrella polar, aunque en unos miles de años se orientará hacia la estrella Vega. La duración de este ciclo es de 26.000 años. En el caso del clima del Sahara, éste sería el ciclo más influyente.



El Periodo Húmedo Africano


Atendiendo a estos ciclos en el movimiento de la Tierra, podemos deducir su estado durante la época del Sahara verde. Hace 10.000 años, el verano en el hemisferio norte coincidiría con el punto en el que la Tierra se situaba más cerca del sol, lo que implica que los veranos recibían más radiación en comparación con la actualidad. Al contrario de lo que uno podría esperar, esta gran cantidad de radiación solar favoreció un clima relativamente húmedo, con precipitaciones monzónicas, similares a las que observaríamos hoy en el sudeste asiático.

Monzón de África occidental

Gracias a la influencia de esta radiación estival, un 7 % más que la actual, el continente africano sufrió un mayor calentamiento en comparación con el océano Atlántico, provocando una fuerte diferencia de presión atmosférica. De este modo, se creó una zona de bajas presiones en el continente y una zona de altas presiones en el océano, generando un flujo de masas de aire cargadas de humedad hacia el interior del Sahara. En invierno ocurriría el efecto contrario, en una estación relativamente seca.


Como consecuencia, más de 13 millones de kilómetros cuadrados del norte de África y la Península Arábiga hubieran estado cubiertos de vegetación, y el aspecto sería similar al de una sabana. Sin embargo, para explicar de forma más concreta este fenómeno, debemos considerar otros factores, más allá del movimiento y la posición de la Tierra.



Y el Sahara se enverdeció


Para entender el surgimiento del Sahara verde, es necesario hablar del concepto de "facilitación ecológica", que se produce cuando la presencia de una especie proporciona las condiciones necesarias para el desarrollo de otra especie, beneficiándola. De esta manera, el aumento de la vegetación en las zonas periféricas de influencia oceánica del Sahara inició progresivamente la colonización de las zonas interiores, principalmente por procesos de transpiración, ya que la presencia de plantas favorece el acceso a las reservas de agua subterránea, que posteriormente es liberada a la atmósfera. Este proceso, junto con las lluvias del verano, permitiría mantener niveles de humedad atmosférica adecuados para la vegetación.

Lago Chad. Fuente: NASA

Atendiendo a la topografía del Sahara, la gran presencia de depresiones geográficas permitió la formación de lagos que servirían de almacén para el agua de las lluvias monzónicas. Existen pruebas geológicas que indican la presencia de estos lagos en grandes extensiones deprimidas, sobre las que se pueden encontrar sedimentos del lecho de los lagos y antiguas líneas costeras.


El ejemplo más evidente es el lago Chad, que actualmente se extiende sobre apenas 1.350 km2, pero que durante el período del Sahara verde pudo haber alcanzado el tamaño del mar Caspio. Sin embargo, es probable que la mayoría de los cuerpos de agua en el Sahara verde hubiesen sido humedales o lagos pequeños, en lugar de mega-lagos como el Chad.



De la sabana al desierto


El descenso abrupto en la vegetación del Sahara se produjo hace 5.000 años. Esto se ha podido determinar analizando los sedimentos en el Atlántico procedentes del continente (terrígenos), ya que un aumento en la cantidad de sedimentos terrígenos indicaría un aumento en la erosión de la zona del Sahara, asociado a una disminución en la vegetación.

Regresando a los ciclos de Milankovitch, a medida que el eje de la Tierra cambiaba de posición, la radiación solar en verano disminuyó, lo que a su vez redujo la intensidad de las lluvias monzónicas y el Sahara evolucionó hacia las condiciones desérticas que lo caracterizan hoy en día, concluyendo así el "Período Húmedo Africano".




El futuro del Sahara

Si analizamos el estado del Sahara a lo largo de los últimos miles de años, es fácil apreciar un patrón condicionado por los movimientos de la Tierra y la posición de su eje. Esto se traduce en ciclos de extrema sequía que se alternan con períodos relativamente húmedos, en los que la región se cubriría de vegetación. A partir de estos ciclos, podemos deducir que, en un futuro, el fenómeno del "Sahara verde" podría repetirse, lo que se produciría dentro de 13.000 años, atendiendo a los ciclos de Milankovitch. Sin embargo, existe otro importante factor para tener en cuenta: la actividad humana.

Factores del monzón africano occidental. Pausata et al. (2020)

Teniendo en cuenta el calentamiento que actualmente se produce en la Tierra a nivel global, el cambio climático podría resultar en un aumento de las precipitaciones en la región del Sahara y el Sahel. Por este motivo, la hipótesis de un Sahara verde en un futuro próximo puede estar bien fundamentada, y el ser humano sería un importante contribuyente, principalmente a través de emisiones de gases de efecto invernadero y de cambios en los usos del suelo.


Para realizar predicciones sobre el futuro del Sahara, es vital comprender el funcionamiento del monzón africano occidental, su variación a lo largo de la historia y el papel de la actividad humana para modificarlo. Es posible realizar modelos sobre la evolución de las precipitaciones, la cubierta vegetal y la cantidad de sedimentos emitidos por el Sahara, sin embargo, las predicciones tienen asociada una elevada incertidumbre, debido a la gran cantidad de factores que influyen a gran escala. Existen datos suficientes para argumentar que el mozón africano occidental se verá intensificado durante el siglo XXI, aunque sin alcanzar los niveles del "Periodo Húmedo Africano".

Paisaje del Sahel

Aunque es altamente probable que las precipitaciones aumenten, las grandes concentraciones de CO2 atmosférico también se asocian a temperaturas extremas y otros fenómenos que podrían dificultar el desarrollo de la vegetación en estas zonas. Además, actividades económicas como el pastoreo serían otro obstáculo para un hipotético nuevo Sahara verde. Por otro lado, la actividad humana también podría ser beneficiosa, y se han propuesto numerosos proyectos de geo-ingeniería para recuperar zonas desérticas en el Sahara y Sahel. Un claro ejemplo de estos proyectos es la famosa "Gran Muralla Verde": www.greatgreenwall.org.


Conociendo los devastadores impactos de las sequías sobre la subsistencia de milones de personas en esta región, el estudio del "Periodo Húmedo Africano" y el Sahara verde puede jugar un papel vital durante el siglo XXI, no solo por su interés científico, sino también por sus consecuencias económicas y sociales. Estos conocimientos nos ayudarían además a comprender mejor los impactos del calentamiento global y los cambios de usos de suelo a gran escala.


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