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Sesgos Cognitivos

Actualizado: 2 ene 2022

Todos somos víctimas de nuestros sesgos y eso es lo primero que debemos tener claro para enarbolar un pensamiento crítico.

Ilustración del encéfalo

Inherentes al ser humano, los sesgos se encuentran en el pensamiento de cada uno de nosotros. No son más que atajos que toma la mente ante el difícil desafío de desentrañar la verdad y emitir juicios acerca de los sucesos que tienen lugar a nuestro alrededor. Nuestras vivencias personales, gustos, opiniones y entorno social marcarán nuestra manera de pensar.



¿Qué son los sesgos?


Siempre que se nos plantea un problema o una situación sentimos la necesidad de valorarla. La mayor parte de las ocasiones no disponemos de la información necesaria ni el conocimiento necesario para dar valoraciones, sin embargo no paramos de hacerlo. Nuestra mente toma atajos, elige caminos basados en ideas preconcebidas para emitir juicios y posicionarse ante dilemas.



Los sesgos están presentes en nuestro día a día. En el ámbito científico son especialmente importantes y durante décadas se han presentado como un importante objeto de estudio. Y es que considerando el acercamiento a la verdad como un fin de la ciencia, los sesgos son

un gran impedimento para poder acercarnos a descubrir una realidad objetiva. Los sesgos son esas gafas que nos ponemos y con las que nos encontramos cómodos. Nos ofrecen un mundo que queremos ver, que no nos cuesta digerir porque concuerda con nuestras ideas previas. Quitarse esas gafas es todo un reto. Lo es porque muchas veces no nos damos cuenta que las llevamos puestas, pero están ahí, moldeando nuestras percepciones para que encajen con nuestros esquemas mentales. Toda persona que se conciba como interesada en descubrir la verdad ha de hacer, al menos, el intento de bajárselas un momento, de descubrir el mundo que hay detrás. Ser consciente de nuestros sesgos es algo difícil pero, como decía al comienzo de este artículo, es el primer paso para formar un pensamiento crítico. Un científico, como poco, tener la intención de observar sin gafas.



Hay muchos tipos de sesgos


Para ponernos un poco en tesitura, vayamos a ejemplos prácticos.


Quizás el sesgo por excelencia sea el sesgo de confirmación. Este fenómeno permite que destaquemos y pongamos más atención en opiniones, informaciones y datos que concuerdan más con nuestra forma de pensar. Es por esto que leemos diarios que concuerdan más con nuestras ideas o que damos más peso a una determinada información frente a otra. Un claro ejemplo lo encontramos en la política.



En el artículo publicado por Fernando Blanco, Braulio Gómez-Fortes y Helena Matute en la revista Frontiers of Psychology en 2018 que encontraréis referenciado al final de este artículo, los autores llevan a cabo un interesante análisis. El estudio, llevado a cabo en España y Reino Unido, consistía en presentar a los participantes una medida aplicada por un Gobierno. A continuación, se le informaba de si los índices de calidad de vida poblacionales habían mejorado o, por el contrario, habían ido a peor. La operación se repetía con varias de estas medidas. El diseño tuvo en cuenta que la probabilidad para que los indicadores mejorasen o no fuese la misma en presencia o ausencia de medida política, vamos, que fuese irrelevante. No obstante los investigadores ofrecieron un elevado porcentaje de respuestas positivas para fomentar la opinión de que las medidas tenían que ver con la mejor calidad de vida. Esto tuvo su efecto. Eso sí, el apoyo a que el aumento de la calidad de vida era consecuencia política fue significativamente mayor en aquellos individuos que eran del mismo bando político que el Gobierno.


En ciencia este tipo de sesgo es peligroso y no es difícil identificar por qué. Con un ejemplo y simplificándolo mucho. La idea previa de un investigador que tenga cierta simpatía por cierto medicamento o terapia, bien porque exista un conflicto de intereses o porque lleva muchos años recentándoselo a sus pacientes, puede que llegue a influir en la interpretación de sus resultados o el diseño de su estudio. Por esto ha sido necesario que la ciencia haya desarrollado métodos que alejen el sesgo del investigador de los datos extraídos, como las técnicas de doble ciego.



Este es solo un ejemplo, también encontramos otros sesgos, como los sesgos atencionales. Te acabas de comprar un coche amarillo o de una determinada marca y resulta que desde entonces no haces más que ver coches con las mismas características que el tuyo. No se han multiplicado de un día para otro, simplemente nunca habías puesto el foco de atención en ello como ahora.


Otro sesgo cognitivo es el sesgo retrospectivo, percibir los eventos pasados como predecibles, el típico "sabía que iba a pasar esto". También existen los sesgos de memoria, los cuales nos hacen introducir en nuestros recuerdos elementos que realmente no estaban allí.


Hay una gran lista de sesgos cognitivos. Han sido, son y serán fuente de investigación por la psicología para entender mejor la manera en que tienen lugar ciertos procesos mentales. También existe un gran número de sesgos científicos, bien errores de diseño o en la interpretación y publicación de datos. Estos serán objeto de otro artículo, ahora retomemos uno de ellos. El sesgo de confirmación y su complicidad con las redes sociales.



Los sesgos y las tecnologías


En un mundo conectado por Internet en el que el ritmo frenético de las redes sociales, los periódicos digitales y los mensajes virales están a la orden del día, estamos sometidos a una verdadera avalancha de información.



Las redes sociales son el lugar perfecto para

retroalimentar nuestros sesgos. Vemos los mensajes de las personas que seguimos, seguimos a la gente que nos gusta leer e incluso podemos llegar a silenciar o bloquear a la gente que no comparte nuestras opiniones. Acabamos creando el lugar perfecto para leer lo que nuestra mente quiere leer, lo que casa con nuestras ideas y convicciones previas, aislados de opiniones discrepantes.





Por otro lado, la existencia de canales de información tan rápidos y eficaces muchas veces basados en el "clickbait", aportando el titular más atractivo sin interés en dar la mejor información, son más trabas que se interponen en el camino de nuestra mente hacia la verdad. Es imposible llevar a cabo un juicio tranquilo e informado sobre cualquier cuestión si somos bombardeados continuamente con titulares y datos. Es difícil llegar en profundidad a cualquier tema, lo es incluso dedicando tiempo a una determinada temática, cosa que no encontramos en la red. Estando conectados, vemos y compartimos a máxima velocidad, muchas veces sin ni siquiera saber si esa información es cierta y, por supuesto, nuestra mente ya está trabajando en ello, ya ha caído en la red de nuestros sesgos.



En resumen, la red se convierte en un lugar donde tu sesgo de confirmación se encuentra a gusto. Recibimos titulares, datos puntuales, micropíldoras de información para que emitamos juicios y, además, leamos a quien emite juicios como los nuestros. Nuestra mente necesita tomar atajos, necesita dar valoraciones, pese a que sea bajo incertidumbre. Allí están nuestras ideas preconcebidas, dispuestas a relanzarnos a lo que queremos pensar. En las manos del lector está no dejarse llevar por sus sesgos.



Bibliografía:


  • Verdades mentiras e incertidumbres. Revista Investigación y Ciencia. Noviembre 2019.

  • Causal Illusions in the Service of Political Attitudes in Spain and the United Kingdom. Fernando Blanco, Brulio Gómez-Fortes y Helena Matute. Frontiers in Psychology. Julio de 2018.


1 комментарий


iremarmar10
iremarmar10
05 окт. 2020 г.

Excelente trabajo sobre nuestro "errar" cognitivo en este mundo de redes. Gracias.

Лайк
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