Consensos científicos
- Alejandro Sánchez
- 27 jul 2021
- 6 Min. de lectura
Actualizado: 27 jul 2021
Uno de los aspectos más característicos de la ciencia es el amplio consenso entre sus integrantes. La comunidad científica recoge entre sus singularidades, especialmente si la comparamos con otras áreas del conocimiento, el amplio acuerdo alcanzado sobre temas elementales. Sin embargo, este amplio acuerdo no debe confundirse de ningún modo con algún tipo de dogmatismo, tal y como se suele señalar desde determinadas posturas, curiosamente, con fuertes posturas dogmáticas e irreflexivas en su seno.

La Comunidad Científica.
Ya lo hemos dicho, la ciencia destaca por sus fuertes consensos, y el consenso no sale de otro sitio que del acuerdo entre los integrantes de la comunidad científica. Dentro de una área científica, sus profesionales y expertos conforman en su conjunto la cumbre del conocimiento en dicho ámbito. Los científicos deben recopilar los datos generados mediante sus investigaciones o las de otros "colegas", evaluarlos de forma crítica y dar lugar a teorías o modelos explicativos de dichos datos. De una manera genérica y rápida (que me perdonen los estudiosos de la filosofía de la ciencia), esa sería la labor del científico. En este aspecto, la ciencia ha tratado durante su historia de elaborar métodos para adquirir datos objetivos de la naturaleza. El desarrollo del tan mencionado método científico se basa en eso, en extraer de la naturaleza mediante la observación datos que nos puedan dar ideas de cómo funciona el mundo. Hoy en día sabemos que sería más preciso decir que no existe un único método científico, sin embargo (que me perdonen otra vez los amantes de la filosofía de la ciencia), nos sirve con esta idea general para entender el amplio consenso generado dentro de las comunidades científicas.
Es este método, que intenta buscar el conocimiento objetivo, el responsable de la amplia aceptación de muchos postulados científicos. El consenso se basa en la gran calidad de los datos obtenidos por la ciencia y en la objetividad de los mismos. Si bien la obtención de conocimiento es perfectible, el método científico ha logrado demostrar a lo largo de los siglos ser el mejor garante de un conocimiento sólido, pilar para teorías con amplio poder explicativo y predictivo, lo que se ha traducido en poderosos avances tecnológicos que han transformado y mejorado nuestras vidas.
Se hace notar, que la crítica al consenso científico se basa en tratar de tachar a este como una posición dogmática. Además, esta crítica proviene en numerosas ocasiones de posturas verdaderamente dogmáticas y que hacen gala del desconocimiento sobre en que se asienta el acuerdo científico generalizado.
No todo es consenso.
Hemos mencionado el punto de encuentro, pero ¿es que acaso no hay puntos de desencuentro en ciencia? Evidentemente sí. El debate y la confrontación se dan predominantemente en aquellas áreas pujantes e innovadoras, aquellos ámbitos científicos donde el conocimiento no está asentado.

En estas ocasiones se llega a dar una competitividad científica en la que diferentes grupos de investigación o
empresas llegan a pujar por asentar sus hipótesis y ratificar sus ideas como conocimiento asentado en una
determinada rama científica. Las nuevas hipótesis llegan a sufrir tremendos ataques desde posiciones sociales muy distintas, eso sí, ninguna tan feroz como la que proviene de posiciones científicas rivales.
Por lo tanto, en la comunidad científica no todo son estrechamientos de manos y compartición de ideas, también hay disenso, y muy potente.
El conocimiento asentado.
Es en los puntos elementales, en lo más básico de cualquier ciencia, donde la comunidad confluye. De hecho, es este amplio consenso el que permite el espectacular avance que se ve dentro del ámbito científico, un progreso que no se ve en ninguna otra área de conocimiento. A veces, descubrimientos en áreas punteras hacen replantear viejas concepciones que se daban por asentadas, pero por norma general es esa ratificación implícita del conocimiento previo dentro de la investigación puntera la que permite el rápido avance y desarrollo científico.
El peso de la comunidad.

Si bien es cierto que la comunidad se abre a nuevas evidencias y es en eso en lo que se basa el progreso científico, el proceso no es tan fácil. Normalmente existen reticencias dentro de los científicos a deshacerse de sus ideas establecidas. Es normal. En primer lugar, porque somos humanos y a nuestra condición se ligan sesgos cognitivos y eventos psicológicos que nos ligan, incluso emocionalmente, a ciertas ideas. En segundo lugar, porque el conocimiento que se establece ha de ser refutado con la suficiente evidencia. La creación de pruebas sólidas lleva un arduo trabajo y, sobre todo, un periodo de tiempo, que ya sea más o menos largo, convierten al cambio de paradigma dentro de una área del conocimiento en un proceso en el tiempo más que en un cambio repentino e instantáneo que se pueda identificar en el tiempo.
Se debe evitar a toda costa que el pensamiento de una inmensa mayoría o que la solidez de una teoría en muchas de sus premisas, acalle las voces críticas o no acepte matices en algunos de sus puntos menos fuertes. El ámbito científico es un ámbito de debate y contraste. Estará en el saber a quién y a qué crítica atender, la clave de la mejora y el progreso científico e incluso personal. No ignoro la multitud de movimientos anticientíficos que en las últimas décadas están adquiriendo un tremendo impacto social. Antivacunas, creacionistas, terraplanistas y otras muchas teorías anticientíficas. Y creo que la comunidad juega también un papel a la hora de enfrentarlos.
Su papel social.

Es innegable, de hecho quizás sea uno de las características concernientes a la comunidad más importantes, que su opinión tiene un efecto directo sobre la concepción social de cuestiones científicas. De hecho, no es solamente que tenga un papel, si no que a mí juicio debe tenerlo. El consenso que nace en la comunidad me parece extremadamente útil para trasladar a la sociedad las ideas científicas asentadas. En ciencia cada decisión tomada, cada afirmación que enunciamos como verdadera o cada mensaje que trasladamos, conlleva una incertidumbre. La incertidumbre no es igual tolerada por un científico, acostumbrado a trabajar con ella, que por el público general, normalmente más en contacto con afirmaciones rotundas y que dejan poco espacio al "no sabemos". De hecho, diría que no todos los científicos entendemos y toleramos la incertidumbre de igual manera.
En resumen, en un mundo científico de evidencias, sí, pero también de interpretaciones y de incertidumbre, el consenso a través del cual la comunidad científica enarbola una especie de versión que trasladar a la sociedad, se hace extremadamente útil. Sobre todo teniendo en cuenta, que uno de los mayores obstáculos a sortear en una buena divulgación es la gestión de la incertidumbre.
Barrera frente a las pseudociencias

Creo firmemente que la comunidad científica, en especial la dedicada a la divulgación, tiene gran culpa del fuerte rechazo que existe en una mayoría social frente a las teorías y prácticas pseudo, y me atrevería a decir anticientíficas, que tanto han crecido hoy en día. Sin duda, son muchas las condiciones y circunstancias que han favorecido este auge, desde las redes sociales hasta el contexto socioeconómico, no entraré en ello. Pero está claro que este aspecto se enmarca dentro del papel social que juega la comunidad.
Conectando la ciencia
No es posible estar al tanto de todo el nuevo conocimiento que se genera. En ocasiones no lo es ni siquiera para expertos en temas muy concretos. Un médico no puede conocer todo el conocimiento médico que se genera. Un físico no puede estar al tanto de todos los experimentos de todos los ámbitos de la física. En todo caso, un físico que investigue las propiedades de un determinado material superconductor, le costará muchas horas y grandes esfuerzos estar actualizado y analizar de manera crítica las nuevas evidencias de un tema tan acotado. De igual manera, un biólogo molecular que investiga un canal de calcio concreto de las células musculares cardiacas tendrá que emplear una gran cantidad de tiempo en estar a la última de los estudios que conciernen a ese único canal.

La superespecialización a la que nos hemos visto obligados a dirigirnos por la gran cantidad de conocimiento científico existente nos hace ser carentes de muchos otros ámbitos de conocimiento no muy lejanos al propio. Por ello, es hoy más que nunca necesario la interconexión y la divulgación entre diferentes ámbitos del conocimiento. Pero, ¿qué vamos a divulgar si no hay consenso sobre la evidencia que se tiene? Si no vamos a priorizar ciertas teorías, si no vamos a darle más credibilidad o no vamos a reconocer el peso que tienen ciertas teorías, ¿sería posible divulgar? ¿no es posible acordar qué conocimiento se encuentra asentado? ¿sería necesario ser experto en cada tema que se quiera conocer para poder analizar de forma crítica la evidencia personalmente?
No se puede saber de todo. Y eso es algo que vemos dentro del ámbito científico, pero mucho más en el grueso de la sociedad. La gente que conforma nuestra sociedad tiene un trabajo, familia, facturas y no puede pararse a leer una revisión sistemática cada vez que quiera valorar los pros y contras de tomar un medicamento, por ejemplo. Es ahí donde entra la comunidad, su consenso, la divulgación de este y sobre todo, y más complicado, el traslado de la incertidumbre que exista dentro de la respuesta a las preguntas que nos hacemos.
Sí al consenso
Lejos de ser un defensor a ultranza de todas las opiniones, decisiones y por supuesto, errores que se han cometido por parte de la comunidad científica. Aceptando los problemas que surgen de esta forma de entender el ámbito científico, sí que creo que el amplio consenso, muy de moda estos días, ha traído cosas excepcionales a nuestras sociedades, alcanzando un nivel de desarrollo científico, social y cultural nunca antes visto.
Comments